La humedad te recibe a la salida del aeropuerto José Martí como una bofetada en tu rostro europeo. Vienes a un mundo en el que nunca pasa nada. Pero no te fíes de las apariencias.
Hace dos años la humedad ya era evidente, pero no la recordabas tan pesada. Y el olor. Lo peor de La Habana. Huele a basura descompuesta. Y hay más vendedores que nunca y más taxis y más guías. Sin embargo, apenas hay turistas. Y han vuelto a abrir el Hotel Entre Ambos Mundos con todo el fetichismo de Hemingway. Y La Habana languidece porque nunca pasa nada. Se suceden los años y la columna vertebral del Malecón sostiene a la hermosa Habana y como escribió Virgilio Piñeira la maldita condición del agua por todas partes.
Salve y ustedes sigan de viaje conmigo.